jueves, 25 de junio de 2009

La luna y el dedo

Los vientos políticos en estos días están dirigidos a lo que serán las elecciones legislativas el 28 del corriente mes. Llueven publicidades, anuncios, discursos y otras formas de hacer campaña en donde se trata de persuadir al otro para que los voten. En ese paisaje se encuentra una discusión que, parece, pasó a segundo lugar en la escala de importancia: la concerniente a la ley de radiodifusión, o mejor dicho, a la ley de servicios de comunicación audiovisual.

En base a los 21 puntos enunciados en esta ley propuesta por el poder ejecutivo, se resalta una gran cantidad de mejoras con respecto a la anterior medida hecha en los tiempos de la dictadura y modificada, en algunos puntos, en la presidencia de Carlos Menem el pasado decenio. A pesar de eso, hay cuestiones que pueden dar letra a las páginas que intente escribir todo aquel que esté en desacuerdo con la ley.

Pensar cuestiones desligadas del campo económico es imposible. La economía marca las pautas a seguir y el lugar desde donde seguirlas. Los grandes grupos (como el grupo Clarín) a cargo del manejo de la información se aprovechan de su posición privilegiada para - gracias a la ausencia de frenos dada por la actual ley de radiodifusión - captar la mayor cantidad de ramales informativos y así monopolizar el contenido. Es por eso que esta ley tiene como punto central ofrecer una apertura de la información a todos los sectores y tal como dijo el reconocido investigador Washington Uranga en un artículo vinculado al tema: “El debate sobre la libertad de expresión no puede quedar reducido solamente a que puedan emitir los que ya tienen espacios garantizados. Otros y otras, sin poder económico pero con ciudadanía plena, tienen que decir también lo suyo. La comunicación es parte esencial de la democracia moderna”.

La contracara de esta norma es que ahora se podrán tener 10 licencias de servicios abiertos, contra las 24 que antes una sola persona podía tener. Queda la preocupación de que sea transgredida la libertad de prensa ya que esta medida como dice la Asociación Internacional de Radiodifusión (AIR) “cuenta con varios aspectos que comprometen la libertad de expresión, al dejar supeditados al arbitrio del poder de turno aspectos claves de la independencia y sustentabilidad de los medios de radiodifusión”. Esto se cree que no ocurrirá si las determinaciones de los permisos estén a cargo de organismos autárquicos alejados de la capacidad de presión de los gobernantes de turno.

Un filósofo chino del siglo V a.c. llamado Confucio dijo alguna vez: "cuando el sabio señala la luna, el necio mira el dedo". Esta ley es un intento por abrir un camino cerrado para pocos, un intento por seguir borrando y cambiando cuestiones plantadas en la dictadura. Aun así, el mirar mas allá del velo puede dejar ver cuestiones que puedan hacer tambalear este proyecto. Es el deseo de todos los argentinos que esto no suceda y que lo que se diga y haga sea hecho con la transparencia que la democracia se merece.