Finalmente el nadador estadounidense Michael Phelps terminó ayer de hacer historia al lograr su octava medalla dorada. De esta forma, no sólo quebró el record de su compatriota Mark Spitz, que había conseguido siete en los Juegos de Munich en 1972, sino que también acumuló un total de catorce oros Olímpicos (6 en Atenas y 8 en Beijing) convirtiéndose en el atleta con mayor cantidad en la historia.
Lo hecho esta semana por “la bala de Baltimore” ha sido verdaderamente increíble, ya que de las ocho pruebas en las que participó y resultó victorioso, en siete de ellas estableció records mundiales; la única excepción fueron los
Por su parte, lo de Spitz es igualmente gigantesco, ya que logró un record mundial en todas las pruebas que disputó. Es decir 7 pruebas, 7 oros, 7 records, prácticamente la perfección.
A su vez en ambos casos se debe destacar la importante colaboración en la obtención de algunas victorias, del equipo Olímpico de Estados Unidos. Esto lo debe tener bien en claro Phelps, que debe agradecerle mucho a su compañero Jason Lezac, quien en los 4x100 metros libres, en el último tramo, remontó una distancia en contra de casi un cuerpo entero para quedarse con la victoria final.
Ahora bien, habría que preguntarnos si a pesar de haber conseguido una medalla más en estos Juegos, el joven de Baltimore debería ser considerado como superior a su compatriota, ya que no debemos olvidarnos que la tecnología en los trajes de baño, en los sistemas de entrenamiento, en las piletas, etc, es muy distinta a la que existía hace 35 años. Es decir, ¿podría Phelps haber logrado estas fenomenales marcas en la época en que Spitz logró las suyas? O por el contrario: ¿podría acaso Spitz, si compitiera en estos tiempos, superar a Phelps?
Si bien estas son preguntas de las cuales no podemos obtener una respuesta, lo que creo es que no se puede comparar ni afirmar la superioridad de uno por sobre el otro, puesto que cada uno realizó sus magnificas proezas en situaciones y contextos totalmente distintos.
A pesar de ello, hay que resaltar una vez más lo realizado por este joven de tan sólo 23 años, porque es algo que resulta casi imposible que se vuelva a repetir alguna vez en la historia.
Dicho esto, ahora sólo queda esperar el próximo mundial de natación y si es posible los Juegos Olímpicos de Londres, para ver a esta leyenda viviente de la natación nuevamente en acción.


Buby
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